HOMILÍA DEL PBRO. FERNANDO DE PAOLI

Pablo Plaul, en su primer aniversario.

 

Nos reúne un motivo muy especial, vamos a recordar a Pablo, al cumplirse el primer aniversario de su muerte de la mejor manera que podemos hacerlo como cristianos, en la celebración de la Santa Misa.

Y si bien es un momento muy difícil, tenemos que tratar desde nuestro dolor, desde la tristeza, desde lo que significa extrañarlo, necesitarlo, levantar la mirada y dirigirla hacia Dios.

Sabemos que la muerte es el momento más difícil que nos toca enfrentar en la vida, sobre todo si es alguien cercano, alguien joven y cuando, como en este caso, las cosas suceden de una manera inesperada y violenta.

Son los momento en que nos sentimos pequeños, que sentimos que la realidad nos supera, que la distancia que hay entre el saber y el aceptar se hace inmensa, por eso, porque sentimos que el misterio de la vida y de la muerte nos sobrepasa, es el mejor momento para dejarlo hablar a Dios. Que Él sea nuestro consuelo, nuestra fortaleza, quién nos ayude a transitar esta experiencia tan difícil que nos toca vivir.

Cuando en un patio de una casa se saca un árbol, deja en pie un gran hueco de luz, para los que se cobijaron a su sombra, o compartieron su presencia rica de recuerdos, ese hueco de cielo abierto lo vuelve a hacer presente en cada amanecer, y lo mismo pasa con las personas, cuando se nos van, o cuando sentimos que las arrancan de nuestro lado, cada amanecer hace más fuerte su ausencia y todo lo vivido y lo compartido nos causa un gran dolor, y si bien son heridas que sabemos que pueden cerrar, sin embargo dejan cicatrices en el alma que nos acompañan toda la vida.

Sólo Dios hace más liviano el dolor, sólo Dios da un significado distinto a las cicatrices del alma es por eso que un momento como éste, tenemos que vivirlo sintiéndonos profundamente abrazados por la ternura de Dios.

Y qué nos dice Dios de la muerte?.  

Si bien personalmente no se cómo entra la muerte de Pablo en los designios de Dios, lo que sí sabemos es que la fe nos da la certeza de que para los que creen, la vida no termina, sino que se transforma, y al deshacerse éste rancho de barro adquirimos una mansión eterna en el cielo.

Es decir, que la única muerte es el olvido, y Pablo, vive en la presencia de Dios, en esa mansión para siempre en el hogar del cielo, y también vive en el corazón de quiénes lo conocieron. Dios lo plantó más hondamente en la memoria de todos, lo hizo mucho más presente.

También es bueno preguntarnos, qué nos dice Dios de Pablo.

Yo no tuve el privilegio de conocerlo personalmente, pero sí pude conocerlo desde la huella que supo dejar en el corazón de su familia, de sus amigos, de sus profesores, y es una forma muy importante de conocer a alguien porque uno descubre lo que supo brindar y eso es lo que perdura.

Por eso puedo decir que Pablo era un buen pibe, y decir eso no es poco. Educado, buen compañero, solidario con los demás, alegre y que en su corto paso dejó un muy buen recuerdo en quiénes lo conocieron, pasó por la vida siendo bueno.

Y la mejor forma de recordarlo es saber mantener esos valores que tan simplemente y tan profundamente supo vivir Pablo.

Creo que finalmente deberíamos preguntarnos qué es lo que Dios nos quiere decir desde este acontecimiento.

Si bien esto es algo muy personal, y cada uno sabe cómo todo lo sucedido va resonando en el corazón y que si bien Dios nos habla desde nuestras alegrías y nuestros éxitos, también nos habla desde nuestros fracasos y nuestras tristezas.

Creo que haber pasado un momento como éste, nos tiene que dejar muchas enseñanzas, nos tiene que ayudar a ser mejores. Qué triste sería que todo en nuestra vida siga igual, sería una falta de respeto a la memoria de Pablo. Por eso más allá de lo que cada uno puede ir descubriendo, situaciones como esta nos enseñan a valorar más la vida, a valorar a quiénes tenemos a nuestro lado, a nuestra familia, a nuestros amigos, nos enseñan también a no envejecer espiritualmente dando espacio a malos sentimientos en nuestro corazón, a pasar por la vida siendo bueno, a hacer siempre lo correcto y lo que Dios vaya inspirando en cada uno de nosotros.

Que nuestra oración esté presente de una manera especial por los papás de Pablo, Héctor y Betty, por sus hermanas y demás familiares para que se sientan sostenidos por la ternura de Dios, y por el afecto, las oraciones y el respeto de todos nosotros.

Que el dolor y las lágrimas que acompañan la ausencia de Pablo, sean la señal del cariño con que hemos compartido su vida.

Jesús, por Pablo, por los que no tenemos cerca te decimos… que descansen en paz.